Yes, we scan… sí, te espiamos.

Yes, we scan… sí, te espiamos.

Hace días uno de mis ex-alumnos con los que mantengo comunicación electrónica me preguntó qué opinaba de los programas de seguridad de los Estados y sus gobiernos con la excusa de salvaguardar nuestra protección. La verdad, creo que no le gustó mucho mi respuesta por correo electrónico.
1º Hay un derecho fundamental como es el de la privacidad. Y las leyes piden órdenes judiciales para poder romper esa privacidad de personas que infrinjan la ley. Pero cada vez más nos encontramos con individuos, que a título personal ponen en riesgo nuestra estabilidad, nuestro bienestar. Yo prefiero que escuchen a suerte las conversaciones de un narcotraficante, de un futuro terrorista, de un impresentable pederasta para que sean atrapados a tiempo, que el poder sufrir sus consecuencias.
2º Tuve en el Bachillerato un profesor que cuando le preguntábamos de los exámenes o sus resultados nos contestaba con una sonrisa: «el que nada debe, nada teme». Y es muy cierto; el que ha hecho los deberes, no tiene miedo que el profesor los pida. A mí, personalmente, no me importa si el Estado escucha una conversación telefónica con mi madre o con mi mujer o con el jefe de mi empresa. Si no hago nada ilegal, ¿qué puede importarme? ¿Temo las páginas que visito en internet o las amistades que tengo en las redes sociales? Malo para el lector que teme que alguien investigue las páginas que visita, pues nada deben tener de ilegal.
En fin; sé que mi respuesta -en este caso-, es muy estatalista, pero prefiero a un Estado que se «entrometa» en mi vida, como el guardia de la urbanización que cada noche hace la ronda y se detiene cuando oye algo sospechoso, enciende su linterna y curiosea para ver si hay algo peligroso. Y que me llame y me diga: «-He descubierto un peligro en su casa. ¿Quiere que intervenga? ¿O prefiere arriesgarse a que yo deje de hacer la ronda?». Pues siga Usted haciendo la ronda, pero con respeto, eh.

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