Entre mis pilas y pilas de libros y apuntes tengo un folletito que compré en Italia hace muchos años que se titula: «El carácter del adolescente: como descubrirlo y educarlo». Recuerdo que uno de los mejores hallazgos que hice en mis años de adolescente, fue distinguir la diferencia entre temperamento y carácter.
El librito lo resumía más o menos de esta manera: con el temperamento se nace; el carácter se hace. Fue entonces que hallé simple explicación a por qué había temperamentos tranquilos, otros apasionados, otros amorfos… y cómo podía trabajar y pulir mi carácter para ser mejor persona. No desaparecerían rasgos innatos de mi temperamento, pero sí podría moldear tantas cosas que no me gustaban ni a mí ni a los demás.
Con la pobre experiencia educativa de padre primerizo puedo deciros que el temperamento se puede ver a los segundos del recién nacido: tuve la suerte de estar al lado del parto de mi mujer y observar los primeros minutos de nuestra hija en la incubadora que le daba calor. Esos primeros minutos han sido un preludio , un aviso, una admonición de lo que se ha visto después, a los 6 meses de vida de la niña.
El blog nació con un fin didáctico y práctico para la vida, como os ofrece el Asesoramiento Filosófico. Espero que este comentario nos sirva a todos a no excusarnos en la frase típica «pues así soy yo»; «no puedo cambiar»; «yo no escogí ser así», para recordarnos, que nacemos en piedra bruta y que depende de nosotros hacer una obra de arte de nuestras vidas. O un personaje arduo, basto y burdo que no enriquezca a su alrededor. ¿Cómo soy?, ¿Quién quiero ser yo?, ¿Cómo es mi temperamento desde que tengo recuerdos? y, ¿Cómo me he preocupado de formar este carácter? Ánimo 5 seguidores del Blog. Pongámonos a moldear la arcilla ya dura de nuestro carácter con una poca de agua de paciencia y humildad. Tendrás éxitos que ni siquiera imaginabas poder cambiar…
Dejar una respuesta