Sin desmerecer de la limpieza diaria y la necesaria pulcritud de convivencia social, me pregunto si estamos conformes con nuestro olor. Es otra manera de estar conformes con nosotros mismos. En mis primeros años de internado me decían que «debíamos oler a limpio». Sí, pero todos tenemos ese olor personal que hace que una persona se enamore de una y no de otra y que cada perfume huela distinto en cada piel. Y que cada pareja encuentre especial atracción por la acción de las feromonas, gracias a su peculiar aroma.
Aprendamos a aceptar y a disfrutar de los olores, de las fragancias, de los perfumes que nos trae una persona, una comida, un amanecer lluvioso y frío de invierno… y aprenderemos a gozar más de los sentidos que gratuitamente nos da la vida.
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