aprender a disfrutar de la naturaleza

Aprender de la naturaleza

Tenemos la suerte de vivir a dos pasos de la playa. Rodeados de un largo aunque poco ancho bosque y unos inmensos huertos de naranjos que en estas fechas empiezan a estallar en flor de azahar y consiguen perfumar la huerta norte de Valencia.
Camino de casa al tren, del tren a casa, me pregunto -como todos las primaveras-, porqué los hombres nos negamos a aprender las enseñanzas de la naturaleza, la sabia naturaleza. ¿Porqué los hombres no queremos crisis? Siempre queremos estar bien, no queremos podas como los árboles ni rachas de vientos que hieran a las ramas débiles, ni heladas que debiliten a los brotes vanos o lluvias que los limpien. Pertenecemos y educamos a nuestra descendencia a triunfar, a crecer, a ganar, pero no a perder, a fracasar o a morir…

Os invito a que esta primavera y a que en los días de asueto que nos den las fiestas religiosas, pensemos un poco y en soledad en la necesidad de parar una vez al año, de apagar los motores de la mente y retirarse a pensar, a filosofar un poco. Aprendamos que el árbol seca sus ramas en otoño, «muere» en invierno y renace en flores en primavera.

En mi camino de la playa al tren y del tren a la playa cuando abro las ventanas para oler al azahar, me vuelvo a preguntar: ¿porqué aprendemos tan poco de la naturaleza? Pregunta para resolver queridos 4 ó ya 5 seguidores y perdonad mi retraso en la publicación, pero hay un nuevo brote en el vientre de mi mujer que nacerá con las flores de mayo y ello me obliga a cuidarla(s) y a trabajar más. Gracias por adelantado.

¡Qué paséis una buena primavera y unas buenas fiestas religiosas!

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