Si la memoria no me ha traicionado, ya era hora que editara otra entrada. Perdonadme, pero ocupaciones profesionales me impiden dar más tiempo, al menos ahora, a este paupérrimo pero bien intencionado blog. Gracias a los lectores que nos visitan y dan vida a estas discusiones tan humanas que son el pan nuestro de cada día.
Otro lector me ha dado la idea ingeniosa de que hablaramos de la imaginación, que en la literatura castellana se le llama «la loca de la casa». Esta es otra de las facultades que, como la memoria, pueden hacernos mucho padecer, o bien encauzada, puede regalarnos grandes momentos y plácidos triunfos.
Como siempre, primero hablemos de lo que no me refiero aquí, -aunque también es parte de la imaginación-: no me refiero a las imágenes creadas por nuestra fantasía sino a la facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales.
La imaginación nos puede dar problemas cuando la usamos habitualmente para modelar aprensiones falsas o juicios de algo o alguien que no hay en realidad o no tiene fundamento. Uno de los mejores ejemplos lo constituye el chisme. Recientemente leí, que este país europeo es un gran productor de chismes en la red. A todos nos ha ocurrido que una palabra dicha u omitida, una mirada de una u otra manera, un escrito o un hecho pueden desatar una posibilidad infinita de chismes sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer.
Es triste encontrarnos con personas cuya imaginación es tan activa y poderosa que la utilizan sólo para mal pensar, maquinar, marujear. O con personas tan anquilosadas, tan arrutinadas, que no tienen el mínimo de imaginación o iniciativa para hacer algo nuevo. Pues esto es en lo que debemos poner a trabajar a esta loca de atar: en la facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos que nos ayuden a nosotros y a los que están a nuestro lado.
Venga, ánimo, ya tenemos otro par de semanas en los que podemos ejercitarnos y poner nuestras personas listas en la operación ima-kini para el verano. Que lo más bello, creedme, está dentro de las personas. Sólo tenemos que buscar.
Gregorio: muy interesante tu última aportación sobre el resultadismo en nuestros conocimientos y relaciones. Como dices, también hay mucho que aportar en este tema.
Gracias vayeciyos por ahorrarme faena.
Gregoriosamsa: este es el enlace en el que César nos habló de «recorrer el propio camino»:Algunas notas del asesoramiento
César, ¿en qué entrada se habla sobre la importancia de «recorrer el propio camino»? Es que no lo veo.
Buenos días, gente.
Xerophusss, bienvenido a la estancia.
César, efectivamente todo ser humano (como todo ser viviente) se mueve por interés, eso es incuestionable. Lo que quería resaltar es que si tenemos al menos tres criterios de valoración, usar uno, o dos, y olvidar el resto es una limitación. E insistir y fomentar uno sólo de ellos, como pasa con el tercer valor en nuestra sociedad deriva en un problema muchísimo mayor porque nos aboca a un ‘resultadismo’ excesivo y a que las relaciones se reduzcan a meras transacciones ‘económicas’ (interesadas). Dejamos de lado otras opciones y como éstas también nos conforman al final, es casi de cajón, sentimos un vacío muchas veces indescriptible que nos va carcomiendo y que sale a flote cuando el ‘resultadismo’ no nos proporciona las herramientas de satisfacción que buscamos. Es como si contampláramos procesos y resultados y siempre eligiéramos éstos como único criterio válido y como motor de nuestra existencia, pasando a depender emocionalmente de ellos de una forma casi enfermiza cuando se focaliza en exceso.
En fin, que ésto da para mucho también y mis neuronas aún no se despertaron. Huelga decir que dejo en barbecho el primer valor porque tiene un carácter transpersonal que es difícil de atrapar si no te mueves en esos espacios de significación.
Gracias a ti por convocar este espacio de reflexión conjunta.
Un saludete.
xerophusss: nunca es tarde si llegas con ganas de aprender; bienvenido. Es importante que leas no sólo el artículo del Blog sino también los comentarios. El primero es la salida; los segundos nos ayudan a aproximarnos a la meta de lo que opinamos.
gregoriosamsa: en la filosofía práctica damos mucho valor a lo que tu llamas «disfrutar el camino». Creo que hay un artículo en el Blog sobre la importancia de «recorrer el propio camino». Te invito a que lo leas.
Sobre el tercer valor, yo creo que todo ser humano siempre actúa por intereses, incluso el que arguye que lo hace por amor desinteresado. Gracias por tus aportaciones.
¡Dios Santo! ¡Este es el blog que resppnde a todas mis preguntas! Es maravilloso, César, esta iniciatica bloguera que estas tomando, y no te lo digo por decir, te lo digo de corazón.
¡Y ni me he presentado! Y es que resulta que tenemos un amigo en común, (y para no decir nombres, digamos que es un genial diseñador gráfico), y siempre me recomendaba pasarme por aquí. La verdad es que he de reconocer que no tengo perdón de Dios por no asomarme por aquí antes jajaj, pero eso es facilmente solucionable.
De nuevo, te doy mi enhorabuena y prometo pasarme más por aquí!
Un saludete!
Si tu experiencia fuera pobre no podrías enseñarla y que sirviera para otros.
Podríamos exponer aquí tres criterios de valoración que suelen acompañar a toda cosa, suceso o experiencia:
1.- Un valor sustrato, el mismo para toda manifestación de esa cosa, suceso o experiencia. Algo común en su sentido de universal a todo.
2.- Un valor intrínseco, el que tiene cada experiencia en sí misma.
3.- Un valor extrínseco, el que tiene cada experienca para otros.
El primero es un valor holístico, bastante usado en otros lares aunque muy mal comprendido en nuestra sociedad, generalmente centrada en el valor extrínseco de las cosas.
El segundo es un valor propio que es INDEPENDIENTE de la consideración que se haga externamente. Este tipo de valor es el que se fomenta cuando hablamos de «disfrutar el camino». Un simple paseo por el campo tiene un grandísimo valor intrínseco que muchos no reconocerían como tal, sino más bien como una ‘absurda pérdida de tiempo’.
El tercero es el valor que dirige las acciones y reacciones de nuestra sociedad basada en el interés, incluso en las relaciones humanas. «¿Qué puede hacer X por mí?» A partir de lo que algo me ‘rente’, mayor valor le doy.
Huelga decir que todo valor tiene su lugar, pero la toma de conciencia de los tres valores será más completa (ojo, ni «mejor» ni «peor») que si nos fijamos en uno o dos de ellos.
Pues no lo sé; creo que soy muy analítico-sintético; he sido profesor toda la vida y me gusta enseñar experiencias, pero creo que como decía el principio latino: «nihil diligitur nisi precognitur»= nada es amado sino es conocido…
siento pasión por ayudar a los demás en las necesidades prácticas y concretas de su vida, respecto a la pobre experiencia que tengo de la mía.
Seguro que sí.
Posees una especial habilidad para tratar los temas realmente importantes, los que nos afectan a todos en mayor o menor medida.
Eso no sé si lo traías de serie o lo has ido aprendiendo. Supongo que ambas cosas, ¿no?
Vale gregoriosamsa; esperamos el tema de la responsabilidad; quizás te sirva con el siguiente Post que escribiremos hoy.
Buenos días, compañeros de reflexiones.
Lo cierto es que estos ejemplos cotidianos son muy útiles para los temas sutiles porque aportan perspectivas diferentes y nos ayudan a advertir detalles que pasan por completo desapercibidos. En temas emocionales eso pasa con especial frecuencia ya que nadie ha tenido el tiempo ni el cariño de enseñárnoslos. Luego, de adultos, nos encontramos enredados en temas que, vistos a la luz de estos sencillos ejemplos, no nos parecen tan abrumadores.
Ayer se me pasó comentar otro ejemplo tan sencillo como los propuestos que surgió de una conversación en la que una persona se quejaba de que la mayoría de los que intervenían lo hacían «congelando» sus emociones. Esa persona, con razón, se encontraba incómoda con el hecho de que algunos pusieran rictus de no «sentir nada», como si estuvieran retuviendo sus verdaderas emociones bajo una máscara oscura y siniestra. Digamos que metió en el mismo saco a todo el que no expresaba una emocionalidad «común» o habitual (enfadarse cuando te dicen cosas consideradas como feas, etc).
En ese momento, para que aquello no fuera a más le recordé que no es lo mismo «congelar» emociones que «gestionar» emociones, del mismo modo en que no es lo mismo «congelar» fondos que «gestionar» fondos. Por suerte, lo comprendió a la primera.
La importancia de la gestión emocional -o de cualquier tipo- es su carácter posibilitador de fluidez. Si vemos a un piloto de Fórmula 1 o a uno de MotoGP veremos que gestionan muy eficientemente los recursos de los potentísimos aparatos que tienen entre manos. Pues esa es básicamente la cuestión, y como es lógico pensar esa habilidad para la gestión podemos traerla «de serie» y/o adquirirla con la práctica.
Esa gestión posibilita muchas cosas, aunque a veces sirva como herramienta para otras cuestiones que no son inherentes a la propia gestión. Por ejemplo, si aprendemos a jugar al tenis muy bien eso nos posibilitará no sólo el sano disfrute del juego sino también, y más en nuestra sociedad, competir ferozmente por lograr unos resultados, jactarse de ser el mejor en esa disciplina o humillar al contrario. Pero bueno, como lo que se está gestionando es precisamente las emociones se puede entender que no se darán esas distorsiones sino que, con el tiempo, se disfrutará de esa gestión sin usarlas para manipular a los demás. De todos modos, hay que ser muy conscientes de que esa posibilidad existe.
Bueno, no me enrollo más que aún tengo pendiente el tema de la responsabilidad y me falta tiempo para dedicarle el cariño necesario. Es un tema que podría dar muchísimo juego.
Muchas gracias a todos, que bueno teneros aqui «presentes» para ‘guiarme’.
Buenísima la metáfora de la cometa Gregoriosamsa para explicar lo que decis.
Muy buenos tus ejemplos gregoriosamsa: incluso me han gustado las palabras de «control», pues parece que todo lo controlado está denostado y también tu respuesta como «gestión».
Gracias otra vez por tus ejemplos tan iluminadores.
Hola a todos.
Os leo con atención. Me gusta el tono del diálogo y las constantes preguntas de choco. Ayudan bastante porque obligan a replantearse las cosas, a reflexionarlas y a encontrar ejemplos nutritivos que nos valgan a todos en estas cuestiones tan sutiles.
Mimundo trató de explicarlo, y dice que le cuesta. A ver si con este par de ejemplos que tengo de conversaciones con personas que se planteaban similares cuestiones se aclara un poco el panorama.
Cuando choco habla de «digirir» o «direccionar» la imaginación parece que evoca un ejercicio de ‘control’, una palabra muchas veces maldita cuando se la asocia a los sentimientos y a las emociones. También a la imaginación…
En este caso es importante detenernos a reflexionar qué entendemos por ‘dirigir’ o ‘direccionar’. Si pensamos, por ejemplo, en una cometa, entendemos que es recomendable ‘dirigirla’ o ‘direccionarla’ para que no se vaya por ahí desbocada y termine por los suelos. Esa ‘dirección’ no ha limitado su libertad de volar. Es más, la ha posibilitado en mayor medida. Sin esa ‘dirección’, la cometa no volaría, ni la podríamos traer de nuevo con nosotros. Esto entronca con la distinción que hicimos entre imaginación y fantasía. La libertad puede entenderse como ese volar de la cometa o como ese pensamiento divergente que es común a la imaginación y a la fantasía. Esa libertad no se pierde si le añadimos un hilo o un mecanismo de pensamiento convergente que una la cometa a la tierra, que una la imaginación a la realidad como comenta El filósofo.
Un ejemplo que me parece especialmente ilustrativo es el del juego del tenis, del que supongo que conoceréis, aunque sea por encima, sus fundamentos. Lo utilizaré como metáfora y pondré los elementos en comparación para tratar de hacerla nutritiva.
Imaginaos por un instante a un pequeñajo (o a un adulto) que jamás ha jugado al tenis con una raqueta en la mano. Ahora suponed por un instante que vosotros tenéis unas nociones mínimas y queréis jugar con él y, de paso, que aprenda y saboree la belleza de ese juego.
Le lanzáis una pelota y él le arrea un pelotazo que sale por encima de la valla metálica que rodea la pista. Se pierde la pelota. Bueno, no pasa nada, es su primera vez.
Le enviamos una segunda bola y hace lo mismo, perdiéndose de nuevo.
Tras lanzarle diez pelotas con el mismo resultado le preguntáis. ¿Quieres aprender a jugar al tenis?
Esa persona puede contestarte muchas cosas. Una de ellas sería «Ya estoy jugando». Es decir, para él el juego consiste en dar pelotazos sin ton ni son, sin miramientos y sin ninguna dirección concreta. Está actuando en plena libertad (le da como le apetece sin plantearse nada más) y le parece una impertinencia la pregunta: «Ya estoy jugando, ¿no lo ves?». Por lo general, este tipo de respuesta la daría una persona que confunde «liberta» con mero «libertinaje». Hago lo que me da la gana, como me da la gana y cuando me da la gana. Ese es para ella el cúlmen de la libertad.
Como es lógico, esta persona no se plantea que aquello que está haciendo poco tiene que ver con un juego, aunque él se divierta durante un rato. Imaginaos a un ser tan paciente que le eche bolas para que las golpee de cualqueir forma durante horas y horas. Estoy convencido, y vosotros creo que también, de que esa persona terminaría por aburrirse soberanamente de tanto golpeo deslavazado, inútil. No es una postura sostenible ni para uno mismo de forma constante. En seguida se agotan los retos y lo que en principio era el summun de la libertad termina por convertise en una esclavitud del propio deseo de hacer lo que a uno le viene en gana.
Pero bueno, no hace falta irse a los extremos. Vamos a suponer que esa persona, en realidad, quiere aprender a jugar al tenis. Al principio le costará un mundo hacerse un lugar en la pista, respetando las líneas que demarcan la cancha y las reglas del juego, pero al cabo del tiempo, con esfuerzo y constancia, es posible, muy probable, que termine por disfrutar del juego. En ese instante, no ha perdido la libertad de golpear la bola. Al contrario, tiene toda la del mundo, sólo que esta, además, en estos momentos le proporciona algo útil, algo nutritivo: disfruta del juego. Y cada vez que juega mejor, mejora su ‘libertad’ para golpar la bola. Mejora la GESTIÓN de sus golpes, que cada vez son más precisos, y termina por darse cuenta que tiene plena libertad, que es capaz de manejar la raqueta con soltura sin que se le agarrote el brazo. Suelta el brazo y logra bellos golpes ganadores.
Pues algo similar ocurre con la imaginación. Aprender a manejarla no significa, ni mucho menos, cercenar su libertad. Al contrario, le posibilita otros campos de libertad hasta entonces desconocidos. Y todo gracias a una instrucción, a un meterse de lleno en ese aprendizaje que, sin llegar a ahorgarla, le posibilita nuevas vías de expresión, más intensas y nutritivas si cabe.
choco…pienso que no se trata de poner una faja a la imaginación…creo que es darle sensatez, lo cual es bastante diferente…de igual modo que cuando estamos bajo algun tipo de presión (sea positiva o negativa) nuestros pensamientos no suelen responder a la realidad «real» (valga la redundancia) y debemos tener la capacidad de saberlo…con la imaginación sucede algo parecido…no se trata de ponerle una faja que la limite y le cambie su esencia sino de marcarle unos pequeños limites para que no se desvirtúe…me cuesta trabajo explicarlo, pero creo que es por ahi por donde hay que ir…creo que imaginar es en algo diferente a fantasear…imaginar se hace partiendo siempre de la realidad…fantasear, a veces lo hacemos sin tomar en cuenta la realidad…independientemente de ella…
Me gustaría ser más largo y explícito con tu aportación choco… entiendo que pueda parecer que al final metemos a un corral a los animales silvestres de nuestros sentidos para evitar que ataquen y no vivan en libertad… algún día discutiremos sobre la propia personalidad y el respeto que debemos tener por ella. Espero te quedes satisfecho con las respuestas; yo no lo estoy pues repito que has tocado otro tema interesantísimo, y que me gustaría contestar mejor.
Tu juventud nos halaga choco; yo creo que la visión de libertad que tienes de la imaginación no es incorrecta pero es incompleta. La imaginación nos invita a volar, pero es imposible que tú vueles por los frescos valles de Sierra Nevada. Yo creo que el límite de la libertad de la imaginación está en la realidad y en el bien.
Un ejemplo, ahora con el debate de los Mega-cocineros: en tu imaginación puedes tener preparar el plato más caro del mundo a base de oro, platino y diamantes; pero eso no es comestible=no hay realismo y además hace daño= no hay bondad.
Debes ser tu mismo en tu imaginación con estos criterios de realismo y bondad, sin despersonalizar la riqueza de tu imaginación, ese toque que la hace única, particular e irrepetible.
Un saludo y buen Domingo.
Soy muy joven (ejem, ejem…), asi que perdonarme tantas preguntas…
¿El hecho de direccionarla no acaba con su fundamento? a ver si me explico… la imaginación debe ser libre, completamente libre, incondicionalmente libre, no?
¿pierde si se le condiciona sus facultades? Tengo miedo a ‘manipular’ mi imaginación y acabar con ella, transformarla en otra cosa.
De acuerdo contigo, mimundo: creo que es una experiencia ardua pero necesaria para madurar en ciertos aspectos de la vida. Y hay que ejercitar.
..creo que la imaginación PUEDE encauzarse, es más , en determinados momentos DEBE encauzarse, para no caer en determinados errores que la lleven de ser algo positivo en las vidas a convertirse en un engendro devorador…por lo que anteriormente se dijo de que llegue a ser un instrumento criticón o generador de crisis innecesarias o de ilusiones irreales (no ilusiones productivas)…
creo, que la imaginación puede encauzarse, aunque eso necesita de ejercicio, sobre todo en algunos momentos de la vida en que nuestros pensamientos son más negativos…
de igual modo que puede redirigirse el pensamiento y la memoria hacia (como decía el filosofo) «pensamientos que me traigan esperanza»…puede redirigirse la imaginación hacia positivo o hacia negativo…la elección es nuestra y hay que estar atentos a lo que más nos ayuda y no permitir que nos lleve hacia donde puede perdernos y entretenenos inutilmente en el proceso de la vida…
DEBE encauzarse hacia direcciones positivas de crecimiento y no de freno…
…no siempre lo consigo…ojala…pero se que debería ser asi en mi vida…os saludo…
Yo creo choco que la imaginación es naturalmente incontrolada, pues esa es una de sus cualidades naturales, y como bien dices, también depende de la educación recibida (si te han enseñado a tener miedo a la oscuridad, tu imaginación coopera a ese miedo); y también a la personalidad o temperamento (un flemático quizá tenga una imaginación más tranquila que un temperamento apasionado).
Yo defiendo que puedes «encauzar» -nunca obligar- a tu imaginación para conseguir los frutos que quieres. Una imaginación positiva te facilitará las cosas para ver positivamente la vida y los sucesos… una imaginación negativa te hará pesimista y triste, un posible melancólico… Un saludo
Buen uso de la imaginación.
¿Se puede en algún modo dirigir la imaginación?. Decirse a uno mismo: -ahora voy a imaginar «tal cosa», y más, voy a desarrollar su fruto de «este modo»-?
¿O bien la imaginación en cada persona fluye de una forma incontrolada a él y perfilada según su personalidad, educación recibida,…?
gregoriosamsa: espláyate cuanto quieras y cuando puedas que tus aportaciones son bien acogidas.
Sí, claro que son oportunidades de crecimiento. Las crisis suelen contener ese elemento positivo, generalmente olvidado, que la convierten en una condición de posibilidad de mejorar prestaciones vitales. Se podría concretar al distinguir entre dos términos que el DRAE suele asimilarlos: resistencia y resiliencia. Este último, adaptado de la física, nos habla de esa capacidad de mejora cuando se ha estado en una situación límite -sin que se desborde, lógicamente-. Es sorprendente comprobar cómo muchas veces nuestros límites están mucho más allá de lo que suponemos. Y en momentos en que todo parece perdido aparece esa fuerza para impulsarnos. Luego, recuperados, cambia por completo la perspectiva con la que afrontamos la vida.
Sobre las responsabilidades más que concretar podría explayarme sin fin. Es un tema de sumo interés. Si encuentro algo concreto te lo hago saber. Y así barruntas una nueva y sugerente entrada.
gregoriosamsa: quedan claras las distinciones que nos escribes. Yo creo que incluso es enriquecedor sufrir esas «pequeñas derrotas existenciales» pues son fuentes de crecimiento, si no se hacen una costumbre.
Gracias por tu sugerencia de las responsabilidades: ¿podrías concretar más el tema?
Es grato comprobar que, una vez más, el tema propuesto por El Filósofo arranca reflexiones de interés.
Quería realizar una pequeña distinción entre la «derrota existencial» y el «derrotismo existencial», sobre todo tras lo que exponéis de los grados o calibres. Precisamente uso dos términos que abocan a situaciones diferentes para distinguir esos grados. Por lo general, y esto servirá para cualquier otro tema que tratemos posteriormente, utilizo los términos con el sufijo «-ismo» para referirme a situaciones estructurales forzadas (es decir, cuando insistimos en una determinada actitud), quitándoselo para las situaciones coyunturales. Así, suelo distinguir «sentimiento» de «sentimentalismo», «fundamento» de «fundamentalismo» y, en este caso, «derrota» de «derrotismo». Para que uno se convierta en otro es necesario, a mi entender, que se insista en una actitud concreta con una intensidad, duración o frecuencia suficientes como para que «cuaje». Poniendo un ejemplo bobo, no suelo considerar «escritor» a quien esporádicamente y con poco ímpetu dispone cuatro letras juntas con cierto sentido. Se tiene que dar una cierta continuidad para que «cuaje».
Dicho lo anterior, reitero lo expuesto. Todos en algún momento hemos sentido algún tipo de «derrota existencial», pero eso no ha determinado de manera consecuente el acabar cayendo en el «derrotismo existencial».
En cuanto a la conviviencia lo puse pensando también en la convivencia con nosotros mismos, cuando los pequeños «yoes» se dedican a ‘chismorrear’ como indicaba choco.
Así que bueno, creo que no estamos en desacuerdo como pudiera parecer en principio.
Sobre lo que comenta Mimundo de la imaginación también estamos más o menos de acuerdo porque al principio ya la distinguimos de la mera fantasía. ¿En qué se diferencian básicamente? Pues en algo tan sencillo como que tanto la imaginación como la fantasían vuelan -recrean mundos, ideas, pensamientos, imágentes, etc- (a esto en psicología suele conocerse como «pensamiento divergente», básico para la creatividad), pero sólo la imaginación es capaz de aterrizar con algo nutritivo que llevarse a la boca («pensamiento convergente», la concreción de lo imaginado en una obra sea del tipo que sea). Pensar un mundo y hacerlo posible frente a pensar un mundo y perderte en él. Esa es la diferencia fundamental.
Un saludo
Queda pendiente la cuestión de las responsabilidades para que El Filósofo las masque y nos traiga una nueva entrada próximamente.
Mimundo: hola otra vez; pues me da gusto que también pongas una nota positiva acerca de la imaginación, pues denota que quien la tiene bien orientada, es feliz con ella y puede convivir pacíficamente aunque sea con «esa loca de la casa».
Convivir con nuestra memoria e imaginación y «tener buen rollo» con ellas es posible.
hola amigos…estoy de acurdo con bastantes cosas de las que se van debatiendo a cerca de la imaginación…para mi, tiene muchas más cosas positivas que negativas…la palabra imaginación puede llevarme al chismorreo pero principalmente me lleva hacia el mundo de la creatividad…es cierto que la loca de la casa (como bien la llamó Teresa de Jesus)a veces nos juega malas pasadas malpensando o viendo cosas que no son reales tanto en positivo como en negativo…pero para mi la imaginación es la que me permite meterme en la piel de otro, para intentar comprenderlo, la que me hace crear estrategias para mis reparaciones, la que me lleva a escribir determinadas cosas que sin ella serían puro ensayo deductivo…la imaginación, mirada en positivo…me encanta!!!
Gregoriosamsa:
Me ha encantado tu pregunta sobre el derrotismo existencial. Es digna de otro Post.
Estoy con Choco, -al que perdonamos su interesante tocho y su invitación a comer choto-, que para que una persona caiga en un derrotismo existencial pleno hay distintos grados o calibres…
Más bien creo que es como las ondas de una piedra lanzada en un estanque. El derrotismo parte de ti mismo, de tu centro y conforme se va ampliando, va logrando ampliar los espectros de tu vida=existencia.
Estoy también con choco que puedes tener una imaginación tan procaz que te sea suficiente para mantener un propio barrio en tu propia mente con efectos perjudiciales, aunque siempre creo en la posibilidad de encauzar las facultades, incluso las atrevidas, solitarias.
No del todo de acuerdo gregoriosamsa… dependiendo del calibre con que se entienda esa «derrota existencial».
matiz: la convivencia no es el único hábitat del chisme. Se puede ‘chismorrear’ consigo mismo y no es dificil. Y más, puede ser más contraproducendete para el individuo.
Se me olvidaba, choco.
Sí, el chisme forma parte de la convivencia. De hecho es la convivencia la que lo posibilita.
Efectivamente, choco, hay que posicionarse en la experiencia de uno para saber qué es el chisme. Nuestra vida no es una alfombra roja, así que en algún momento hemos sentido esa «derrota existencial» y hemos jugado en el tapete del chismorreo. Por eso se puede conocer. De todos modos, la dirección en la que apuntamos El Filósofo y yo es precisamente la del hábito (en mi caso se ve en la palabra «derrot-ismo» y en El Filósofo en «las personas chismosas»). El problema no radicaría en fallar una vez, sino en no aprender del fallo y tratar de corregirlo o no cometerlo la siguiente vez. No es fácil, empero, y hay que estar atentos y realmente quererse mucho para realizar una autocrítica constructiva.
Quería plantearle al Filósofo la siguiente pregunta. ¿Crees que ese derrotismo existencial tiene que ver con la falta de asunción de responsabilidades en lo que es nuestra propia vida?
Que tal?
Me pongo en el otro extremo, entendiendo que el fenómeno chisme es innato al hombre.
Se genera a partir de como decís por la falta de caudal personal y humano, pero tambien por autodefensa y defensa social ante situaciones como siempre que no se pueden controlar. Lo malo es tomarlo cómo habito para tapar las decadencias y faltas.
No sé si me explico… no creo en el chisme como concepto benébolo, sería el colmo, pero sí que la imaginación encauzada en ese destino ha existido, existe y existirá, y además quiero que todos se sientan aluditos (en algún momento todos hemos generado un chisme de mayor o menor embergadura y de mayor o menor importancia.
Quiero decir que el chime forma parte de la convivencia y de la imaginación por méritos propios.
(Perdón por el ‘tocho’)
Gregorio: puedes seguir publicando en los temas relacionados con la memoria y con los anteriores. A todos se contestará, pues el blog quiere que los cambios de temas sean necesarios pero no obligatorios. Lo que te recomiendo es que escribas según leas, pues es interesante ver las aportaciones de los foreros.
Yo creo, como tú, que generalmente las personas chismosas son personas derrotadas en sí mismas, que necesitan criticar a los otros para olvidar la miseria que esconden en la propia existencia o rutina. Un saludo.
Ando más o menos como tú. De hecho tengo pendientes los dos temas relacionados con la memoria que me habría gustado desarrollar un pelín y aquí estamos, con uno nuevo y reluciente.
En cierto modo sí que es conveniente distinguir la imaginación tal y como lo expones de la mera fantasía. Y el chisme, por lo general, surge de esta última, mezclándose en la coctelera con una buena dosis de «derrotismo existencial» que estimula la creación de mundos falseados, aberrados, necesarios para hacer más «soportable» una existencia miserable.
Perdonad el retraso del nuevo tema, pero a veces tengo problemas con la publicación de la página. Un saludo y espero os ayude la lectura.